LA ANTROPOLOGÍA DE LA VOCACIÓN
Antes de iniciar la
comprensión del tema “La antropología de la vocación”, tomemos como ejemplo dos
textos bíblicos vocacionales y procedamos a un breve análisis en torno al
destinatario humano de la llamada divina.
San Lucas 1, 26-38
San Lucas 5, 1-11
Como hemos
observado, Dios se dirige a un ser humano, tiene en cuenta su contexto y
situación personal-social, lo elige y le presenta su plan, para que lo ejecute
en su estado de vida, en su vocación particular.
Entonces, ¿qué
significa la palabra “antropología”? La Antropología (del idioma
griego: ἄνθρωπος anthropos, 'hombre (humano)', y
λόγος, logos,
'conocimiento', ‘estudio’, es decir, es el estudio del hombre, del ser humano.
«Es
imposible unirse a Cristo como Señor y Salvador si no se comprende que hemos
sido creados a imagen de Dios» (Flick Alszeghy, 1999). La pastoral vocacional, que pretende promover una respuesta cada
vez más adecuada y madura de la persona a la llamada de Dios en Cristo, debe
estar siempre atenta a integrar, lo más eficazmente que pueda, la propuesta de
vida que viene de Dios y la situación existencial de la persona a quien se
dirige esa propuesta.
Esta
integración no podrá consistir en una especie de adaptación mínima de la
propuesta de vida en Cristo, asimilándola a las situaciones más o menos
difíciles del sujeto (cf. VS 30ss), sino en ayudarle primero a descubrir la
adecuación humana de la propuesta cristiana, a reencontrar su verdadera y
única imagen (la fe nos dice que es la única propuesta adecuada a la persona
humana integralmente considerada), y luego a prepararse para vivirla en
Cristo cada día con más decisión y mediante una entrega total a él.
Para
conseguir dichas metas, la pastoral vocacional
necesita tener una clara antropología cristiana de referencia, capaz de
integrar todos los conocimientos útiles acerca de la persona, procedentes no
sólo de la revelación y de la reflexión teológica, sino también de las
ciencias humanas.
Se
necesita una antropología de la vocación cristiana que permita comprender y
objetivar las dinámicas de la persona que se acerca a la vida vocacional
consagrada o simplemente a la vida cristiana. (Rulla, 1994).
Los puntos que deben abordarse en la antropología vocacional, son los
siguientes:
1.
Antropología y vocación
2.
Orientación de la persona al fin
3.
El sentido de la vida
4.
La unidad de la persona
5.
Dialéctica antropológica básica
6.
La libertad
7.
Dimensión social de la persona
8.
La persona, llamada a una continua conversión
ANTROPOLOGÍA Y VOCACIÓN
Vocación es el término clave de la
antropología cristiana. La vida humana se debe concebir como vocación, pero,
para que esto sea posible, hay que profundizar en dos aspectos:
a)
La llamada de Dios en Cristo, que conocemos por la revelación, por los
textos del magisterio eclesiástico que la interpretan con autoridad y por la
reflexión teológica.
b)
Las disposiciones humanas que condicionan la recepción de esa llamada y la
respuesta a ella: inteligencia, libertad, pecado, responsabilidad,
conciencia. En la primera parte de la Gaudium et spes, el concilio
Vaticano II señala las ventajas de este segundo aspecto. Y recomienda que se
conozcan suficientemente las ciencias humanas para llevar a los fieles «a una
vida de fe más pura y más madura» (OS 62).
La
antropología teológica, que investiga el proyecto de Dios sobre la persona, ha
de tener en cuenta las situaciones humanas específicas que influyen en el “si
pueden” y en el «cómo pueden» las personas recibir y entender el mensaje
revelado.
La antropología de la vocación debe tener en cuenta los datos empíricos y existenciales que
proporcionan las ciencias humanas y que permiten conocer mejor las disposiciones
que posibilitan u obstaculizan la respuesta del hombre a Dios (Manenti, 1987).
El
estudio de las disposiciones humanas implica que se considere también la motivación
del hombre. Una respuesta existencial y libre a Dios supone que en la
motivación de la acción humana haya un punto de contacto entre la llamada y la
respuesta. Únicamente de esta forma se puede concebir la libertad humana en la
respuesta a la vocación de Dios. El motivo que lleva al seguimiento según la
voluntad de Dios no puede ser otro que el amor desinteresado e incondicional a
él (cf. Mt 22, 37-40), un amor exento, en lo posible, de motivaciones utilitarias
y defensivas.
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