jueves, 25 de octubre de 2012

DEPORTE


FINALIZA EL TORNEO DE FUTBOLITO
-QUINTA EDICIÓN-

El lunes 22 de octubre, el equipo de los "Halcones" vencieron al equipo de los "Dragones", por lo tanto, se convirtieron en los ganadores del torneo interno de futbolito, en su quinto año consecutivo. Este año participaron 6 equipos, 5 internos y 1 de la parroquia "San José", Verapaz.

Fue un partido disputado, lleno de emoción y dinamismo. Los halcones vencieron 1 a 0 a los dragones. El gol fue hecho por Misael Castillo, trabajador del Seminario Mayor. En el equipo ganador jugó el padre René Maldonado y el padre Amado Juarez. La premiación será el 2 de noviembre en la convivencia de cierre de año lectivo. ¡Felicidades a los nuevos campeones!

 "Los Dragones"
-Equipo sub-campeón del torneo



"Los Halcones"
"We are the champions"

 Apoyo en los graderios. 
Seminaristas y laicos de "San Isidro", Cabañas

 Fin del partido

Comisión de deporte
Ciclo II-2012

viernes, 19 de octubre de 2012

DESDE EL SÍNODO DE LOS OBISPOS 2012

SALUDOS Y NARRACIÓN
POR PARTE DE MONSEÑOR JOSÉ ELÍAS RAUDA,
OBISPO DE SAN VICENTE, EL SALVADOR

Roma, 15 de octubre 2012

Estimados padres Formadores
y Seminaristas de San Vicente
Seminario la Inmaculada Concepción.

Reciban un fraterno y cordial saludo de paz y bien desde Roma.
Les agradezco el saludo, sus oraciones y el apoyo que me están brindado y por el espíritu de comunión con la XIII Asamblea Sinodal.
El Sínodo fue inaugurado por el Santo Padre el domingo 7 de octubre con una Solemne Eucaristía en la Basílica de San Pedro. El lunes 8 de octubre iniciamos los trabajos del Sínodo con una exposición del Secretario General del Sínodo, una presentación general del Sínodo por parte del Cardenal Relator General, luego el mismo lunes hubo una exposición por cada Continente sobre el tema de la Evangelización.
Se realizó la elección de la Comisión para la redacción del Mensaje del Sínodo, uno por cada Continente. Luego desde el martes hasta el Sábado hubo presentación de los padres sinodales,
El 11 de octubre tuvo lugar la celebración de la Santa Misa para el inicio del  Año de la fe y la conmemoración de los 50 aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II, y el 20 aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica en la Plaza de San Pedro con presencia de todos los Arzobispos del mundo. 
Hemos iniciado la segunda semana del Sínodo, continuamos a escuchar la presentaciones (relatio) de los padres sinodales. Hoy, durante la Oración inicial (Hora Tercia) me tocó hacer la Homilía para todo los Padres Sinodales, estaba presente el Papa. 
Sigamos orando por el éxito del Sínodo.
Che il Signore vi benedica y vi dia la su pace.
In Cristo Sumo Sacerdote,
                                                    Mons. Josè Elías Rauda Gutièrrez, OFM
********************************
ROMA, 19 DE OCTUBRE 2012



ESTIMADOS PADRES FORMADORES

Y SEMINARISTAS DE SAN VICENTE,
SEMINARIO LA INMACULADA CONCEPCIÓN.




RECIBAN UN FRATERNO Y CORDIAL SALUDO DE PAZ Y BIEN DESDE EL SÍNODO.

AYER Y HOY HEMOS PRESENTADOS EN LOS CÍRCULOS MENORES (POR LENGUAS) LAS PROPUESTAS, QUE A LA VEZ SERÁN CONFRONTADAS PARA VER LOS TEMAS COMUNES CON SUS CONTENIDOS. DESPUÉS SERÁN PRESENTADAS EN LA ASAMBLEA GENERAL PARA SER APROBADAS POR LOS PADRES SINODALES Y LUEGO SERÁN PRESENTADAS AL PAPA. ES UN FORMIDABLE TRABAJO DE EQUIPO, NO SE ESCAPA NI UN SOLO DETALLE.
QUE EL SEÑOR LES BENDIGA Y LES DE SU PAZ.

FRATERNALMENTE,                       MONS. JOSE ELIAS RAUDA, OFM

domingo, 14 de octubre de 2012

AÑO DE LA FE


INAUGURACIÓN E ENTRONIZACIÓN
DE LA SAGRADA ESCRITURA

El viernes 12 de octubre de 2012, se realizó un acto comunitario, en el cual se inauguró el Año de la fe y se entronizó la Sagrada Escritura. El acto inició a las 7: 30 p.m. y duró alrededor de una hora. 

El padre Eduardo Chávez, rector del Seminario, dirigió unas palabras de apertura en torno a la fe, en las cuales invitaba a aprovechar este tiempo de gracia. Luego, se desarrolló el acto a modo de lectio divina, concluyendo con la entronización. El padre Gustavo, vice-rector, acompañado de dos seminaristas acólitos instituidos, llevaba la Biblia en alto, en la procesión realizada desde la sacristía hacia el mueble preparado para ella. Después de colocar la Biblia en el lugar preparado, el padre la incensó. Acto seguido, dio unas palabras basadas en la homilía del Papa, en la Misa de inauguración del Año de la fe. Por último, se impartió la bendición. Realmente, se percibió un ambiente agradable y espiritual.

Padre rector encendiendo velas

Padre vice-rector colocando la Biblia 

Incensación de la Sagrada Escritura

lunes, 8 de octubre de 2012

Algo sobre la autoestima






 Problemas de la autoestima
Pocas cosas son tan difíciles como la valoración de un ser humano, pues nada hay más complejo y contradictorio que la personalidad de cualquier hombre o mujer. En cualquier caso pueden observarse cualidades positivas, valores indiscutibles, rasgos de carácter admirables. No podemos perder de vista que toda persona tiene una dignidad original, pues sigue conservando la imagen de Dios (Gn. 9:6), por más que en su conducta sobresalgan las inclinaciones propias de un ser moralmente caído.
Pero al mismo tiempo -a menudo en la misma persona- se observan características poco o nada loables. Nuestros semejantes nos juzgan por lo que ven en nosotros, y ello nos mueve a aparentar lo que en realidad no somos o tenemos. Incluso cuando nos juzgamos a nosotros mismos nos cuesta ser sinceros y vernos tales como somos, con lo que damos una falsa imagen que dificulta nuestras relaciones con quienes nos rodean (en la familia, en la iglesia, en la esfera de trabajo, etc.). No obstante, también podemos minusvalorarnos al fijar de modo obsesivo nuestra atención en nuestros defectos y carencias. Es triste que un creyente se diga: «Soy una nulidad, un don nadie». Eso, además de triste, es falso, como veremos en la segunda parte de este artículo. Conviene, pues, ser objetivos y equilibrados, de modo que la imagen de nuestra persona y nuestra vida sea la que en nosotros ve Dios. A la luz de su verdad, consideremos esta delicada cuestión.
Autovaloración por exceso

El apóstol Pablo ya previno a los creyentes de Roma para que no cayeran en un autoengaño reprobable: «que nadie tenga de sí más alto concepto que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura» (Ro. 12:3).
Nada más falso y repulsivo que los aires de superioridad con que se mueven los arrogantes. Su modo de hablar, sus modales, su afán incontrolado de sobresalir entre sus semejantes, su deseo de dominarlos. En su opinión, sus conceptos son siempre los correctos; sus sugerencias, las más acertadas; quienes les contradicen no pasan de ser pobretones ignorantes. La realidad, sin embargo, es muy otra. El verdadero sabio entiende que «el temor del Señor es aborrecer el mal, la soberbia y la arrogancia» (Pr. 8:13).
La vanagloria, a su vez, no es resultado de una ambición encubierta de la que no se es consciente. Tampoco es una reacción inconsciente para superar sentimientos de inferioridad (¡paradojas de la psique humana!). Pese a todo, cuando de algún modo uno se examina a sí mismo con objetividad y sinceridad, a la luz de la Palabra santa, ha de admitir la existencia en su vida de elementos claramente pecaminosos que Dios condena: «Cualquiera que se ensalzare será humillado» (Mt. 23:12). Más tarde o más temprano, quien busca desmedidamente su propia elevación acaba abatido por su vanidad. La arrogancia siempre acarrea la desestimación de Dios y el rechazamiento de los hombres. ¡Cuánta verdad hay en las palabras del autor de Proverbios: «Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría» (Pr. 11:2; Is. 2:11, Is. 2:17)!
En la Escritura hallamos ilustraciones impresionantes del fin de los arrogantes. He aquí unos botones de muestra:
El rey Uzías, «cuando ya era fuerte su corazón, se enalteció para su ruina (...) entrando en el templo de Yahveh para quemar incienso en el altar». En su ensoberbecimiento, parece no tener suficiente con la corona real, por lo que usurpa una de las funciones reservadas exclusivamente a los sacerdotes. Y el juicio divino sobre él se manifiesta súbitamente con una lepra que desfigura repulsivamente su rostro (2 Cr. 26:16-21).
No menos impresionante es la historia de Babilonia. El solo nombre de la gran ciudad, capital de un imperio, suscitaba terror. Babilonia se encumbró sobre los pueblos del Medio Oriente, pero fue abatida y humillada por el soberano juicio de Dios. Lo predicho por Isaías y Jeremías tuvo cabal cumplimiento (Is. 13:19, Jer. 51:12-64). Sus profecías se resumen en un vaticinio sobrecogedor: «Babilonia, hermosura de reinos, y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios» (Is. 13:19). «He aquí, yo estoy contra ti, oh monte destruidor, que destruiste toda la tierra; extenderé mi mano contra ti y te reducirá a monte quemado.» (Jer. 51:25).
En el Evangelio de Lucas encontramos la figura del fariseo engreído que oraba no a Dios, sino a sí mismo: «Te doy gracias, oh Dios, porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros (...) Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mientras que el publicano (cobrador de impuestos), de pie y a bastante distancia, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador» (Lc. 18:11-14). El primero, en su narcisismo religioso, rebosaba satisfacción, pero la aprobación de Jesús fue otorgada al segundo.
Un último ejemplo aleccionador: la iglesia de Laodicea había caído en una presunción ridícula: afirmaba que era rica y de nada tenía necesidad; pero el Señor veía su situación real de modo muy diferente: «No sabes que tú eres un desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo» (Ap. 3:17). Ese contraste valida la máxima en boga en nuestros días: «Dime de qué te jactas y te diré de qué careces».

 

lunes, 1 de octubre de 2012

María Modelo de Fe y Servicio


MARIA: MODELO DE FE Y SERVICIO,  PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN.
                                               

Hemos llegado al mes de octubre, mes dedicado a la misión, mes del santo rosario y en esta ocasión con un elemento que le da un realce aún mayor; como lo es, la gran apertura del año de la Fe,  propuesto por el Papa Benedicto XVI.

Contemplar a María como modelo de una fe viva y vivida al servicio de la nueva Evangelización. Al conformar la Iglesia nos sentimos siempre amados y ayudados por la solicitud maternal de Santa María. A ella  le invocamos como servidora y Mujer de fe.

Tener a la Virgen como abogada significa considerar a la Virgen María como nuestra guía, dejarnos conducir por ella escuchando sus palabras y siguiendo sus pasos: ella es la mujer humilde que cree en Dios, que acoge en su seno virginal a la Palabra, el Hijo de Dios, que le sigue como su primera discípula, que reúne  a los cristianos en torno a su Hijo y que lo ofrece a todos. Cuantas veces acudimos a la Virgen, ella no deja de decirnos como a los novios de Caná, que se habían quedado sin vino: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2,5). María no sólo es la Madre que nos da a su Hijo, el Hijo de Dios, sino que además es siempre camino que nos conduce y muestra a Jesús, fruto bendito de su vientre.

No olvidemos que Cristo Jesús es el centro, objeto y fundamento de nuestra fe. Es el único Mediador: Él es el Camino para volver a Dios y a los hermanos; Él es la Verdad que nos revela el misterio de Dios y nuestro propio misterio –el origen, el sentido y la meta de nuestra vida-; y Él es la Vida en plenitud que Dios nos regala en su cuerpo muerto y resucitado. Nuestra devoción a María es auténtica cuando realmente nos conduce a la fe en Cristo y cuando descubrimos en Ella, la primera discípula, el modelo perfecto de imitación y seguimiento de Jesús.

El cristiano que acude a María, a la que ama y reza, pero no acaba de hacer de Jesucristo el centro de su vida y de su fe, necesita descubrir a ese Hijo que tantas imágenes suyas nos muestran en sus brazos. El cristiano que, atraído por María, no percibe la necesidad vital de la unión con Dios en la escucha de su Palabra y en la celebración de los Sacramentos, sobre todo el de la Reconciliación y la Eucaristía, en la incorporación a la Comunidad cristiana en la celebración del Domingo, en el testimonio de palabra y en el amor vivido a Dios y los hombres, debe reconocer que su devoción a María es todavía incipiente: porque no acaba de llegar al encuentro personal con Jesucristo, sentido definitivo de nuestra devoción a la Virgen.

Ante el reto de la nueva Evangelización hemos de redescubrir a María como lugar de encuentro personal y comunitario con Dios en su Hijo Jesucristo y con los hermanos. Madre del Hijo, María nos acerca a Jesús. Madre nuestra, nos une a todos. Hija del Padre, la convierte en hermana nuestra. Mujer de este mundo, la hace cercana a nosotros. Amada del Espíritu Santo hace de ella figura ejemplar de los bautizados en Cristo, que acogen y guardan la Palabra, el Evangelio de la salvación, y dan testimonio de palabra y por la fe hecha obras de caridad. Su destino es también el nuestro.

Que la Virgen dirija nuestros pasos durante el transcurso de este año de la fe. 
Para meditar la palabra del Señor:

Lc. 1, 39-45.
 “En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel aquel saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y exclamando con gran voz dijo:
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno, y ¿de donde a mi que la madre de mi Señor venga a mí? Porque apenas llegó a mis  oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído porque se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”