martes, 26 de abril de 2011

JUAN PABLO II, MODELO DE SACERDOTE DIOCESANO PARA NUESTROS SEMINARISTAS


VIDA DE ORACIÓN

El Papa Juan Pablo II, ya casi beato en 5 días, es un modelo de oración como sacerdote diocesano para todos los seminarios diocesanos del mundo.

Según se dice el Papa se levantaba en las primicias del amanecer para hacer oración. Aunque no tengamos datos como el Papa habrá sido en su seminario, pero por su trayectoria de vida nos lo imaginamos así: Seguramente al toque de campana se levantaba, para asearse e ir lo más pronto posible a la capilla para orar, porque lo consideraba esencial. Seguramente no veía la oración como obligación del horario diario o para cumplir el requisito de formación de los siete años. Seguramente no llegaba tarde a la capilla después del toque de campana. Seguramente no convertía las bancas como la prolongación de la cama, luchando contra la inclinación natural del sueño. Seguramente hacia correctamente la inclinación de la rodilla o las rodillas ante el Santísimo en el sagrario. Seguramente no se ponía a jugar, a molestar o a emitir gestos como un chiquillo o con carencias de urbanidad básicas en la capilla. Seguramente llegaba correctamente vestido a la capilla. Seguramente hacia lectio divina, y no perdía el tiempo. Seguramente no tomaba el tiempo de oración para meras lecturas o estudios de las clases. Seguramente no se daba vacación en la oración, en los descansos fuera del seminario. Alguien que se tomó en serio la Liturgia de las Horas. Nos imaginamos a un Karol buscando al Santísimo en varias horas del día por varios motivos. Era alguien no con segmentos de oración o elementos de oración, sino con una oración hecha vida.

¿Todo se reduce al Santísimo  o a la capilla? Para nada. Ese hombre de Dios hacia oración en la acción. Era consciente de ese Dios que esta en el cielo, en la tierra y en todo lugar. Un sacerdote diocesano que la realidad social le servía como un encuentro con Dios. Un hombre conectado realmente con el Creador.

Por lo dicho y por lo no dicho que será más seguramente, concluimos que su fecundidad apostólica le venía sustancialmente de su experiencia viva con el Dios vivo. Que él mismo nos anime a todos los formadores y formandos a crecer en una intimidad con Jesús, el Buen Pastor.

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