LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA: SU
SUBSTANCIA

A lo largo de la historia de la reflexión teológica de la
Iglesia, muchos han sido los tratados que sobre la espiritualidad se han
escrito y que, aún hoy, se siguen escribiendo. La espiritualidad ha sido objeto
tanto de reflexión teológica cuanto más de vida fructuosa en santidad. En
efecto, vana sería una reflexión de tipo teorética sobre la espiritualidad si
ésta no desemboca en una clara transformación de vida que dé frutos abundantes
de santidad.
Si nos preguntamos cuál es la espiritualidad cristiana, y,
mejor dicho, la espiritualidad católica, nos encontraremos con un mar de
respuestas tan variadas y diversas cuanto son las personas. Porque,
efectivamente, no hay un “sistema” para hacer santos; un vistazo a la historia nos gritará que tantos “sistemas”
de santidad ha habido cuantos santos se han sucedido a lo largo de la historia.
Sin embargo, debemos afirmar que, si consideramos la
substancia de la espiritualidad cristiana, es una sola: la santidad, la
participación en la vida divina trinitaria. Valga lo mismo para los medios
fundamentales para crecer en ella: oración, liturgia, abnegación, ejercicio de
las virtudes bajo el imperio de la caridad. En este sentido, como dice el
Vaticano II, «una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de
vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios» (LG
41a). «Todos los fieles de cualquier estado y condición están llamados a la
plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (40b). Y en el
cielo, una misma será la santidad de todos los bienaventurados, aunque habrá
diversos grados.
La unicidad de la espiritualidad cristiana nace y se
fundamente en la llamada universal a la santidad, pero la concreción de ella se
hace en cada persona particular que la hace operante con su libre y personal
respuesta. Y es por esto que encontramos tan “diversos” santos, cada uno con su
estilo propio, pero que, aun siendo tan diversos, conservan un único punto de unión: su unión con el Dios
Uno y Trino, unión que no es cerrada ni exclusiva, sino que se realiza en el
seno de la Iglesia, se alimenta en la fuente sacramental y se hace acción en el
prójimo.
________________
Dc.
Reynaldo Antonio Rivas